Según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) la palabra cáncer abarca más de doscientos tipos que, si bien guardan alguna relación, también presentan características distintas en cuanto a su causas, evolución y tratamiento se refiere. Teniendo en cuenta la gran variedad de tipos existentes, se pueden clasificar en función de varios criterios. Así, por ejemplo, desde organismos internacionales como el Instituto Nacional del Cáncer de EEUU (National Cancer Institute o NCI) se presenta una lista sobre tipos de cáncer específicos basados en la ubicación del cuerpo. Otro criterio posible de clasificación es el que tiene en cuenta el cáncer y su relación con la edad de las personas. De este modo, desde el mismo NCI aparecen diferenciados cánceres de la niñez y cánceres en adolescentes y adultos jóvenes. En relación con esto, instituciones españolas como la Asociación de Familias de Niños con Cáncer del Principado de Asturias (GALBÁN) de carácter no lucrativo y benéfico, aporta información sobre los tipos de cánceres más frecuentes en niños/as. Entre ellos, aparece la leucemia como el cáncer más frecuente en la infancia (30% de los casos). Además, cabe recordar, siguiendo lo expuesto por el Doctor Daniel González, licenciado en Medicina y Cirujía y especialista en Oncología radioterápica, que no solo cada tipo de cáncer es diferente y dentro de cada tipo existen diferencias, sino que en cada persona el cáncer es distinto.
No obstante, independientemente del número y especificidades de cada uno, parece haber consenso en la relación que guardan todos ellos: las células cancerígenas (que en un principio eran normales pero sufrieron una mutación) son capaces de multiplicarse dando lugar a un tumor primario. Pero, además, adquieren la capacidad de esparcirse por el cuerpo sin control (diseminación del cáncer) invadiendo tejidos y órganos de diferentes partes del organismo, es decir, produciéndose la metástasis o el tumor/es secundario/s.
En este sentido, son relevantes las aportaciones de la científica española Ángela Nieto, investigadora en el Instituto de Neurociencias en Alicante desde 2004, un centro mixto entre el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y la Universidad Miguel Hernández. Nieto, que ha sido galardonada en diversas ocasiones por su labor, fue reconocida en noviembre de 2018 con el premio a la mejor trayectoria en investigación sobre el cáncer por la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA). Ángela Nieto, en la Conferencia para TED “El poder oculto de nuestras células” (2013), expone de forma clara lo descrito anteriormente y califica al cáncer como una enfermedad compleja, devastadora y multifactorial.
No obstante, independientemente del número y especificidades de cada uno, parece haber consenso en la relación que guardan todos ellos: las células cancerígenas (que en un principio eran normales pero sufrieron una mutación) son capaces de multiplicarse dando lugar a un tumor primario. Pero, además, adquieren la capacidad de esparcirse por el cuerpo sin control (diseminación del cáncer) invadiendo tejidos y órganos de diferentes partes del organismo, es decir, produciéndose la metástasis o el tumor/es secundario/s.
Más allá del tumor inicial: la metástasis
En este sentido, son relevantes las aportaciones de la científica española Ángela Nieto, investigadora en el Instituto de Neurociencias en Alicante desde 2004, un centro mixto entre el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y la Universidad Miguel Hernández. Nieto, que ha sido galardonada en diversas ocasiones por su labor, fue reconocida en noviembre de 2018 con el premio a la mejor trayectoria en investigación sobre el cáncer por la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA). Ángela Nieto, en la Conferencia para TED “El poder oculto de nuestras células” (2013), expone de forma clara lo descrito anteriormente y califica al cáncer como una enfermedad compleja, devastadora y multifactorial.
Al hablar del proceso de metástasis, Nieto explica que en términos científicos se puede hablar de que ocurre una transición epitelio mesénquima y una reactivación de los procesos embrionarios. Y es que la investigadora ha realizado grandes descubrimientos y aportaciones relacionados con el desarrollo embrionario que, a su vez, muestran cómo la expresión o inhibición de unos genes denominados snail (caracol en inglés) pueden ocasionar patologías entre las que se encuentra el cáncer. Así lo explica en una entrevista con el químico y profesor del CSIC, José Pío Beltrán, “La Ciencia en Nuestra Vida: genes, desarrollo embrionario y enfermedad” (2015). De esta forma, expone cómo la activación de estos genes snail permite que el embrión llegue a desarrollarse, ya que las células se vuelven móviles ("células viajeras") y son capaces de migrar a lugares del cuerpo lejos de donde se originaron. Una vez en el lugar correspondiente, los genes snail se desactivan para que las células puedan quedarse, crecer y diferenciarse del resto, formando así los diferentes órganos y tejidos que componen nuestro organismo al completo. La falta de activación de estos genes en un inicio, tal y como afirma Nieto: "es incompatible con la vida”, pues no se podría desarrollar el embrión. Por contra, la reactivación de estos genes en la edad adulta puede desarrollar tumores y ocasionar metástasis. De esta forma, las células que han perdido la homeostasis (el equilibrio y funcionamiento normal) y se han reproducido de forma descontrolada formando el tumor primario, pueden dar lugar a “células viajeras” que se reprograman y reactivan. Un mecanismo similar a lo que ocurre en el desarrollo embrionario (reactivación de los programas embrionarios) para moverse por el cuerpo y colonizar otros lugares formando así tumores secundarios. Estas investigaciones ponen el foco en el desarrollo de nuevos tratamientos que no solo vayan encaminados a atajar los tumores primarios, sino también a encontrar la forma de evitar la metástasis que es responsable del 90% de los casos de muerte por cáncer, cifra que recuerda Nieto en palabras de Joan Massagué.
Por su parte, este científico catalán ha publicado en la revista Nature Cáncer el 13 de enero de 2020 un artículo en el que se describen nuevas investigaciones relacionadas con el cáncer desarrolladas en el Instituto Sloan Kettering de Nueva York, EEUU: "L1CAM defines the regenerative origin of metastasis-initiating cells in colorectal cancer". En el resumen o abstract del mismo, se expone que ante el desconocimiento sobre el origen de la metástasis y su relación con las células madre que inician el tumor primario, se han descubierto nuevos hallazgos ligados al cáncer colorrectal humano (CRC). Así, se ha observado cómo ante la pérdida de la integridad epitelial en esta parte del organismo, se segrega la proteína L1CAM que se adhiere a las células y contribuye a la regeneración de los mismos. En los análisis y experimentos llevados a cabo (se expone que aunque el análisis se centra en el cáncer colorrectal, la expresión de L1CAM ya se había investigado en otros casos de cánceres) se descubre cómo la presencia de esta proteína L1CAM es importante para regenerar y cicatrizar la herida en el intestino, pero también se le relaciona con la capacidad de las células de iniciar metástasis. Esto, tal y como se declara en el artículo, abre de igual forma la vía para investigar sobre nuevos tratamientos encaminados a desarrollar mecanismos de inhibición de L1CAM y combatir así en estos casos, la diseminación del cáncer o metástasis.
Por su parte, este científico catalán ha publicado en la revista Nature Cáncer el 13 de enero de 2020 un artículo en el que se describen nuevas investigaciones relacionadas con el cáncer desarrolladas en el Instituto Sloan Kettering de Nueva York, EEUU: "L1CAM defines the regenerative origin of metastasis-initiating cells in colorectal cancer". En el resumen o abstract del mismo, se expone que ante el desconocimiento sobre el origen de la metástasis y su relación con las células madre que inician el tumor primario, se han descubierto nuevos hallazgos ligados al cáncer colorrectal humano (CRC). Así, se ha observado cómo ante la pérdida de la integridad epitelial en esta parte del organismo, se segrega la proteína L1CAM que se adhiere a las células y contribuye a la regeneración de los mismos. En los análisis y experimentos llevados a cabo (se expone que aunque el análisis se centra en el cáncer colorrectal, la expresión de L1CAM ya se había investigado en otros casos de cánceres) se descubre cómo la presencia de esta proteína L1CAM es importante para regenerar y cicatrizar la herida en el intestino, pero también se le relaciona con la capacidad de las células de iniciar metástasis. Esto, tal y como se declara en el artículo, abre de igual forma la vía para investigar sobre nuevos tratamientos encaminados a desarrollar mecanismos de inhibición de L1CAM y combatir así en estos casos, la diseminación del cáncer o metástasis.
Salvador Aznar Benitah, investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB), en una entrevista para TV3 (15/1/20) explica en relación con los hallazgos expuestos por Massagué: "No es que estas células metastáticas tengan mutaciones diferentes de las que están en el tumor, sino que estas células lo que han hecho es adquirir unas capacidades de células regenerativas que es lo que les confieren la capacidad de invadir otros tejidos". Y añade que estos descubrimientos recientes: "abren una cierta esperanza para a partir de esta información intentar desarrollar terapias dirigidas a las células que son responsables de generar metástasis" (Benitah, 2020 en TV3).
Mutación no es sinónimo de cáncer
El ADN o ácido desoxirribonucleico es una macromolécula formada por cuatro nucleótidos (cada uno está formado por pentosa, una base nitrogenada y un grupo fosfato) simbolizados con sus iniciales: Adenina (A), Timina (T), Citosina (C) y Guanina (G).
Dichos nucleótidos forman un lenguaje bioquímico concreto y forman dos cadenas antiparalelas (son paralelas pero se disponen en sentido contrario) y complementarias: la Adenina se une siempre a una Timina y una Citosina a una Guanina (A-T, C-G). Tal y como descubrieron el biólogo estadounidense Watson (1928) y el físico inglés Francis Crick (1916-2004) y expusieron en un artículo para la revista Nature titulado "A structure for deoxyribose nucleic acid" en 1953, estas dos cadenas "se abrazan" formando una estructura denominada doble hélice. Estas conclusiones se fundamentaron en aportaciones anteriores y además, tomaron como referencia una fotografía realizada en 1952 por la científica inglesa Rosalind Franklin (1920-1958) junto con Raymond Gosling (1926-2015) mediante la técnica de difracción de rayos X sobre un cristal de ADN: "la foto 51".
Foto 51 |
"Una estructura tan bonita tenía, por fuerza, que existir"
(Watson y Crick en el artículo para la revista Nature, 1953)
En ocasiones, este material genético puede verse dañado o alterado.
Desde el Instituto Nacional del Cáncer (EEUU) se define mutación como cualquier cambio en la secuencia del ADN de una célula que puede aparecer por errores durante la división celular o por la exposición a sustancias del ambiente que dañan dicho ADN. Las mutaciones en los genes pueden ser, por tanto, hereditarias o adquiridas. Las primeras están presentes en el óvulo o espermatozoide (mutación en la línea germinal), mientras que las segundas se originan en otro tipo de células (mutación somática), de manera que no se transmiten de generación en generación. Además, desde el NCI se añade: “Las mutaciones pueden tener un efecto perjudicial, un efecto favorable o ningún efecto". En la misma línea, el célebre investigador y catedrático de Bioquímica en la Universidad de Oviedo, López-Otín, en su libro publicado el pasado abril de 2019 titulado La vida en cuatro letras, expone que pese a que nuestras células sufren cada día miles de mutaciones, nuestro cuerpo generalmente funciona con armonía (2019, p.187). Así, algunas mutaciones pueden impulsar la evolución, otras muchas son neutras y otras pueden ser perjudiciales y llegar a provocar incluso la extinción de una especie (López-Otín, 2019, p.51).
Una enfermedad multifactorial
Hay consenso en señalar que en el desarrollo del cáncer se da una combinación de factores genéticos y ambientales. Tal y como se puede leer en Consejo Genético: Guía para prevenir el cáncer hereditario elaborada por el Centro de Investigación del Cáncer (Salamanca, España),solo un 4 o 5% de los cánceres pueden considerarse hereditarios. Y, en el caso de los cánceres hereditarios, lo que se hereda no es el cáncer en sí, sino una mayor predisposición a desarrollar la enfermedad. Se recoge también cómo además de la predisposición genética, para que el cáncer se desarrolle tiene que haber factores no hereditarios capaces de alterar la secuencia química del ADN: "si no hay un factor externo que actúe sobre los genes y provoque las mutaciones, será muy difícil o casi imposible que éstas tengan lugar y puedan producir cánceres" (pág. 10-11).
El doctor y jefe de servicio de la Unidad de Genética en el Hospital Universitario Quirónsalud (Madrid), también jefe de la Unidad Clínica de Cáncer Familiar del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO, Madrid), Miguel Urioste, ha escrito diversos artículos científicos relacionados con el cáncer. Sobre el Cáncer Familiar y Hereditario ha expuesto: "Se hereda la susceptibilidad de padecer cáncer, lo que no implica la certeza de desarrollarlo en todos los casos", mencionando al igual que Nieto que se trata de una enfermedad multifactorial. Además, Urioste señala el desarrollo en los últimos años de estudios y técnicas relacionados con las mutaciones hereditarias. Asimismo, apunta que en el caso de proceder a la realización de pruebas genéticas específicas, se tengan en cuenta las consecuencias positivas y negativas de realizar las mismas, informándose adecuadamente y contando con profesionales cualificados.
Desde el Consejo Genético del Hospital Universitario Quirónsalud se exponen las características habituales en los síndromes de predisposición al cáncer. Entre ellas, se señala la aparición de la enfermedad a una edad temprana (en los síndromes más comunes entre los 35-45 años); el surgimiento de cáncer en sucesivas generaciones generalmente del mismo tipo; la bilateralidad del cáncer en el caso de órganos pares (ambas mamas, ambos riñones...); aparición de distintos tumores primarios en la misma persona con combinaciones específicas (mama y ovario...); entre otras.
Siguiendo con información recogida en la Guía del Consejo Genético, hay que considerar que una célula humana tiene en su núcleo unos 25.000 genes (fragmentos de ADN que contienen información específica para codificar proteínas en los ribosomas de la célula a través de mecanismos de transcripción y traducción de ARN). Estos genes suponen el 10% del ADN. El restante, antiguamente era conocido como "ADN basura". Sin embargo, los últimos estudios revelan que esta parte del ADN tiene su importancia en mecanismos de protección y defensa del propio material genético. De ese 10% correspondiente a unos 25.000 genes, se sabe que hay unos 500 que están implicados en el desarrollo de tumores (tenga en cuenta el lector/a que dicha guía data de 2009, por lo que esta cifra ha podido variar y se desconoce en ese caso la variación). A su vez, hay que tener en cuenta que pueden dividirse en dos grupos: protooncogenes (encargados de estimular la proliferación celular de forma ordenada, se trata de genes dominantes en los que basta que mute una de las copias del gen para que la mutación progrese) y genes supresores (ayudan a frenar la reproducción de las células y son genes recesivos, es necesario que muten las dos copias).
Por otro lado, en la guía se alude a la existencia de mecanismos de defensa de la propia célula para revisar el funcionamiento correcto de la misma y reparar los errores y/o revertir la mutación. Además, la propia célula cuenta con mecanismos de apoptosis, una muerte celular programada. Otín en una entrevista con la periodista Cristina Mitre explica cómo al día sufrimos miles de apoptosis, siendo una especie de suicidido celular altruista, de modo que cuando una célula se siente dañada entra en este proceso y desaparece para poder ser reemplazada por células nuevas.
Factores de riesgo, factores de prevención
Datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (2018) recogen que el cáncer es la segunda causa de mortalidad en el mundo (siendo la primera causa las enfermedades cardiovasculares) y que aproximadamente un tercio de las muertes por cáncer son atribuibles a factores de riesgo como la obesidad/índice de masa corporal elevado; alimentación no saludable (ingesta reducida de frutas y verduras, alto consumo de ultraprocesados y grasas saturadas...); falta de actividad física; consumo de alcohol y consumo de tabaco, siendo el tabaquismo el primer factor de riesgo asociado a un 22% de las muertes por cáncer a nivel mundial. Además, desde la guía antes mencionada, se apunta que el tabaco no solo afecta a los fumadores, sino que también los llamados fumadores pasivos presentan un riesgo de alrededor del 30% más alto de sufrir cáncer que las personas no expuestas al humo. No obstante, se expone que también es cierto que el abandono de este hábito reduce de forma radical el riesgo de contraer cáncer. Y, de hecho, en el Informe "Las cifras del cáncer en España" (2020), se destaca cómo en los últimos años la incidencia global de los tumores relacionados con el tabaco en los hombres ha descendido lentamente debido a la disminución del tabaquismo. Por contra, el cáncer de pulmón pasó de ser el cuarto tumor más diagnosticado en 2015 en las mujeres a ser el tercero más incidente en el 2019, atribuible al progresivo tabaquismo entre el sexo femenino.
Otros factores de riesgo pueden ser la radiación solar (ultravioleta); algunos virus (como el herpes virus asociado al sarcoma de Kaposi, virus de la hepatitis B, virus de la hepatitis C, entre otros); agentes químicos o físicos cancerígenos que puedan darse en el entorno laboral, etc.
Derivados de estos factores de riesgo están los mecanismos de prevención: alimentación equilibrada, actividad física, evitar consumo de tabaco y alcohol, protección solar adecuada y otros hábitos de vida saludable.
Desde la mayoría de las fuentes consultadas se hace referencia a la importancia de la detección precoz del cáncer con el fin de atajar el tumor inicial en estadios tempranos. Las revisiones médicas periódicas toman así especial importancia en la detección precoz en muchos casos. Por ejemplo, en la guía se expone que en el caso del cáncer de mama, las mamografías son capaces de detectar hasta el 90% de los tumores, incluso dos años antes de que las lesiones sean palpables.
Considerando todo lo anterior, hay que tener en cuenta además que el cáncer también tiene una repercusión económica. Según un Informe publicado recientemente, "El impacto económico y social del cáncer en España" y elaborado por la consultora Oliver Wyman para la AECC, se estima que el cáncer cuesta a la sociedad española unos 19.300 millones de euros cada año. Del total, se calcula que el 45% de los costes es asumido por las familias durante el proceso y el 55% restante por el sistema sanitario. Hay que tener en cuenta que aunque los datos son fiables, en la realización del estudio se ha puesto de manifiesto la limitada disponibilidad de los datos con los que la consultora elaboró dicho estudio.
Del pasado al futuro del cáncer
Algunos autores como Pérez Reyes, De Prada Justel et col. (2018) en el artículo "Cáncer: ¿Mal antiguo o enfermedad moderna?" han consultado diversas fuentes y han encontrado información que avala que los tumores malignos ya existían en la Antigüedad.
En los últimos años, según datos del Informe "Las cifras del cáncer en España 2020" el número de casos a nivel mundial ha aumentado desde los 14 millones en 2012 a los 18´1 en 2018 y se estima que se podrán alcanzar los 29´5 millones en el 2040. Al mismo tiempo, se ha ido avanzando en el terreno de la investigación, surgiendo nuevos tratamientos y aumentando el porcentaje de personas que se curan de esta enfermedad. En el mismo informe se expone que la supervivencia en España de las personas que han sufrido cáncer en España se ha duplicado en los últimos 40 años (de forma similar a los países de nuestro entorno) y probablemente seguirá aumentando en el futuro aunque sea lentamente.
Otín por su parte, en la entrevista con Mitre afirmaba que nunca se erradicará la enfermedad porque es sustancial a los organismos pluricelulares, ni tampoco el cáncer, pero que actualmente más del 50% de los tumores se cura completamente.
Otín por su parte, en la entrevista con Mitre afirmaba que nunca se erradicará la enfermedad porque es sustancial a los organismos pluricelulares, ni tampoco el cáncer, pero que actualmente más del 50% de los tumores se cura completamente.
Cada persona (y en su caso cada niño/a) y familiar que viva de cerca el cáncer seguramente experimentará emociones y sentimientos muy parecidos como el miedo, la rabia, la incertidumbre, la ansiedad o la angustia. Pero también cuentan con el cariño de la gente que les quiere, la ayuda de muchos profesionales, la aparición de nuevos tratamientos eficaces, la comprensión o la esperanza. La esperanza en que paradójicamente, para que la vida siga, las células puedan volver a recordar su información original: no están hechas para ser inmortales.