EDUCACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD
A lo largo de la historia, las desigualdades y la discriminación entre los seres humanos han surgido de muy diversas maneras y, actualmente, también se dan, por desgracia, situaciones discriminatorias. Sin embargo, en nuestra sociedad democrática actual, esto no está legalmente permitido y en el artículo 14 de la Constitución Española (1978) se deja claro que todos y todas somos iguales ante la ley y hemos de respetarnos y no discriminarnos ni por motivos de raza, sexo, religión o cualquier otra condición o circunstancia social o personal. El ámbito educativo es uno de los que, en relación con el resto de ámbitos, puede ayudar a desarrollar cada vez más una mirada coeducativa que promueva más concretamente, la igualdad de género.
DESIGUALDADES EN DIFERENTES ÁMBITOS
Esta igualdad amparada por la ley, estuvo invisibilizada durante muchos siglos. Pero no solo desde al ámbito político-económico, sino que las desigualdades y discriminaciones también se han justificado y propagado desde la religión, la cultura y la sociedad, así como desde la educación, todos ellos ámbitos muy interrelacionados. Resulta aquí apropiado resumir algunas de las aportaciones que Elsa Punset, licenciada en Filosofía y Letras y Máster en Humanidades (Universidad de Oxford), en Periodismo (Universidad Autónoma de Madrid) y en Educación Secundaria (Universidad Camilo José Cela de Madrid) realiza en su libro "Fuertes, libres y nómadas: propuestas para vivir en tiempos extraordinarios" (2020). Afirma que, actualmente, vivimos en un tiempo privilegiado, contamos con multitud de recursos y vivimos en una sociedad democrática y en un Estado de bienestar.
Sin embargo, a pesar de vivir en este "tiempo privilegiado", Elsa Punset apunta que aún contamos con sesgos mentales y prejuicios que nos separan y dan lugar a actitudes sexistas, xenófobas, incluso habla de edadismo, la discriminación hacia las personas debido a su edad. Por ello, invita al lector a reconocer la importancia de vivir en base a unos valores que eviten el poner el foco en el crecimiento ilimitado a cualquier precio, con actos que carecen de humanidad. Porque, de hecho, la autora habla de humanidad como capacidad o posibilidad, no solo como algo innato e inherente al ser humano.
En cuanto a la desigualdad impulsada por la ley, por poner uno de los muchos ejemplos que cabrían, hubo un tiempo donde el futuro económico y los derechos quedaban en la mayoría de los casos, "determinados" desde el nacimiento. Si nacías en una familia del clero o la nobleza, tendrías la "suerte" de gozar de unos privilegios. En cambio, si nacías en una familia con carencias económicas y de la clase "trabajadora", el llamado tercer estado o estado llano, entonces pertenecías a las clases "no privilegiadas". En el primer caso estarías exhento/a de pago de impuestos, mientras que en el segundo caso tendrías el deber de pagarlos y rendir cuentas a los "terratenientes". Todo ello bajo un poder unificado en una figura, el rey, el monarca absoluto, que concentraba en sus manos los tres poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Un único poder muy mezclado con la voluntad divina o eso querían dar a entender los que estaban en una "posición privilegiada". Pero: ¿era Dios quien establecía leyes a través de los que ostentaban el poder o era los que ostentaban el poder los que utilizaban el nombre de Dios para ejercerlo? Aunque por aquel entonces ese hecho fuera incuestionable, hoy la respuesta está muy clara. Un sistema injusto en el que confluyeron factores políticos, económicos, culturales, religiosos, etc y que negaba que cualquier ser humano es igual a otro por el mero hecho de serlo. Imperó en Europa durante varios siglos hasta el s. XVIII, cuando comienza a incorporar cambios gracias en parte a las ideas ilustradas del s.XVIII, en el que los intelectuales y filósofos tenían fe en la ciencia y en la cultura como bases para el progreso de la sociedad. Se habla así en algunos casos de despotismo ilustrado y en otros de absolutismo ilustrado, pues los monarcas, como ocurrió en España con Felipe V primero y su hijo Carlos III después, comenzaron a tomar algunas de estas ideas "del siglo de las luces". Sin embargo, aun hablamos de absolutismo y será más tarde, fundamentalmente en el s.XIX, con las revoluciones liberales europeas (siendo la Revolución Francesa en 1789 el principal referente que desmonta las bases del Antiguo Régimen) cuando se comiencen a hacer efectivas progresivamente la igualdad y la libertad de los ciudadanos/as. Aunque dichas libertades y derechos volverían a verse fuertemente anulados en el s.XX con los regímenes totalitarios ocurridos en el período de entreguerras: el fascismo en Italia, el nazismo en Alemania, estalinismo en la Unión Soviética, franquismo en España... A través de la violencia y la fuerza se despreció, reprimió y mató a millones de personas que por su religión, ideología u otra condición no "se ajustaban" al régimen establecido. Incluidos millones de niños y niñas también fueron discriminados. Regímenes que jerarquizaban, ostentaban la supremacía y abusaban del poder. Resulta interesante también considerar cómo estos regímenes recibieron el apoyo de buena una parte de la población debido a diferentes factores. Los catedráticos de Historia en la Universidad de Granada Francisco Cobo Romero y Miguel Ángel del Arco desgranan los apoyos sociales a los regímenes fascistas y totalitarios de la Europa de entreguerras en un artículo publicado en 2016 con ese mismo título. Apuntan las limitaciones del estudio, entre las cuales se haya la falta de certeza sobre el estado de ánimo de las personas en aquellos contextos, la enorme propaganda política y el hermetismo de ciertas fuentes, etc.
¿Hasta qué punto los seres humanos pueden manipular la información y con ello las mentes de las personas para ostentar un poder basado en la violencia y en la creencia de superioridad? ¿Hasta qué punto los seres humanos somos vulnerables ante esta manipulación?
En cuanto al ámbito educativo en el Antiguo Régimen, la historiadora española Rosa María Capel Martínez en el artículo científico "Mujer y educación en el Antiguo Régimen" (Historia de la educación, 2007, vol.26, consultado en: http://hdl.handle.net/10366/73002) expone que durante la época del Antiguo Régimen la educación se articulaba en torno a dos puntos diferenciadores: la clase y el sexo. Esa educación favorecía a la nobleza y a la burguesía frente a las clases trabajadoras, así como a los hombres respecto a las mujeres (aunque se apunte un avance desde el s.XVI al XVIII). Hay que tener en cuenta que por aquel entonces la educación se entendía y se ejercía de forma muy diferente a la actual. La educación tradicional se centraba fundamentalmente en aprender a leer y escribir (de esta forma una persona se consideraría alfabeta). Además, estaba muy ligada a la moral entendida desde la religión, se podía hablar incluso de educación como sinónimo de adoctrinamiento e instrucción. En cuanto al aprendizaje, estaba centrado en la repetición, era fundamentalmente memorístico, así como encaminado a que cada sexo aprendiera las funciones que le eran propias.
Incluso en el s.XVIII, cuando comienzan a surgir voces que propugnan cambios importantes en la educación, como el paidocentrismo (situar al niño/a en el centro de la educación, con un papel activo) propuesto por el pedagogo y naturalista suizo Rousseau, se divulga desigualdad según el sexo. Su obra, El Emilio (1762), da buena cuenta de ello.
“Uno debe ser el activo y fuerte, el otro pasivo y débil [...] Si la mujer está hecha para complacer y para ser subyugada, debe hacerse agradable al hombre en lugar de provocarlo (…)”
(Texto recuperado de: "El ideal de mujer en Rosseau", Ríos Vázquez, p. 28, 2016, Revista Científica de la Universidad Pontífica de Salamanca, en https://ucsa.edu.py/yeah/wp-content/uploads/2016/10/4.-TA.-Rios-T.-El-Ideal-de-Mujer-en-Rousseau_24-30.pdf)
La historiadora Rosa María Capel Martínez por su parte, realiza en el documento mencionado un exhaustivo y riguroso análisis de diferentes textos del Antiguo Régimen que también explicitan estas ideas sexistas, a pesar de que comenzaban a surgir otras que buscaban abrir camino hacia la igualdad.
Pero aún cuando la Ilustración permitió algunos cambios y posteriormente la Revolución Francesa abriría camino para las libertades y derechos, la mujer tardaría en poder participar en términos de igualdad con el hombre en el ámbito social y político. Tal es así que en España, se recoge el derecho a voto por primera vez en un documento legal el 1 de enero de 1810 con una Instrucción. Se trata de un sufragio universal, masculino e indirecto que en la Constitución de 1812 será regulado de forma mucho más detallada (Presno Linera, 2012 en Revista Española de Derecho Constitucional). Pero el derecho a voto o sufragio femenino en España no llegará hasta 1931, año en el que se inicia la Segunda República Española (1931-1939). E, incluso, años más tarde, concretamente en 1945, momento en el que surgieron las Naciones Unidas, tal y como se afirma en el Informe de la ONU sobre la mujer (2007): “La contienda en favor de la igualdad entre los géneros estaba aún en sus primeras etapas". No en vano, se aclara: "De los 51 Estados Miembros fundadores, solo 30 permitían que las mujeres tuvieran los mismos derechos de voto que los hombres o les permitían ocupar cargos públicos en el momento de formación de la ONU" (Informe La ONU y La Mujer, 2007, Naciones Unidas)
En cuanto a la religión, también especialmente con la progresiva implantación de las religiones monoteístas como el Cristianismo (la creencia en un Dios padre que sigue los preceptos de Cristo recogidos en la Biblia), el Judaísmo (Dios Jehová cuyas creencias se recogen en el Torá) y el Islamismo (para el que el único Dios es Alá, su profeta Mahoma y el libro de enseñanzas religiosas el Corán) se ha invisibilizado y supeditado a la mujer. Esto no siempre fue así, pues siguiendo investigaciones recogidas por Teresa González Pérez, doctorada en Historia, licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación y profesora de Historia y Teoría de la Educación en la Universidad de la Laguna (Tenerife) en el artículo "Desigualdad, mujeres y religión. Sesgos de Género en las representaciones culturales religiosas” (2010, Revista Tribuna Abierta, nº5: Cuestiones de género, de la igualdad a la diferencia) en sociedades como la romana o la egipcia, la mujer sí gozaba de libertad e igualdad respecto al hombre. De esta manera, podía realizar y desempeñar diferentes funciones: médica, escriba, matrona, jefa de obra o piloteo de barco (Crenes, 2003 en González Pérez, 2010), sacerdotisa o faraona. Incluso se menciona que en la Antigüedad tenía lugar el culto a la Diosa Madre relacionada con la fertilidad y la creación, así como a otras diosas a las que se les atribuían las más variopintas acciones/poderes divinos: la cosecha, inventoras de utensilios de piedra, carácter protector, etc. Sin embargo, como se comentaba al comienzo del párrafo, con la progresiva implantación de las religiones monoteístas, la mujer va siendo desplazada e invisibilizada, al mismo tiempo que se forman constructos culturales que buscan reafirmar la superioridad del hombre respecto a la mujer. Según González Pérez (p.469, 2010) potenciando así prejuicios sexistas y adoctrinando en las diferencias, de forma que se orienta a la mujer hacia ciertos comportamientos, hábitos, actitudes, asumidos sin ningún tipo de cuestionamiento como única y auténtica verdad (p.469, 2010). La autora expone, asimismo, que aunque se ha evolucionado en las distintas esferas hacia la igualdad, es necesario que las construcciones ideológicas y simbólicas de las religiones se adapten y orienten hacia la actual sociedad plural (y democrática). De esta forma, se pone también el foco en la educación para la construcción de esta nueva esfera moral y social, desechando cualquier forma de discriminación de los derechos humanos en general y de la mujer en particular (González Pérez, p.476. 2010), ya sea en el ámbito político, económico, religioso, cultural o de otra índole. Desarrollando un pensamiento crítico ante estos postulados.
Precisamente en el ámbito educativo nos centramos en la segunda parte de este reportaje, analizando brevemente la transición de las desigualdades educativas en España a la coeducación.
DE LA DESIGUALDAD EDUCATIVA EN ESPAÑA A LA COEDUCACIÓN
Actualmente, en el ámbito educativo se habla de coeducación. Y se podría pensar, si no se tuvieran referencias de la historia educativa española, que la escuela mixta en la que conviven niños y niñas y el currículo compartido es algo normal. Sin embargo, a lo largo de la historia, las desigualdades en el ámbito educativo han sido más que evidentes, hasta el punto de estar recogidas y legalizadas, debido a factores de diversa índole, algunos apuntados en la primera parte de este reportaje.
La profesora e investigadora de la Universidad Pontificia de Salamanca, Laura Sánchez Blanco y el profesor e investigador de la Universidad de Valladolid José Luis Hernández Huerta exponen en el artículo “La educación femenina en el sistema educativo español (1857-2007)” publicado en 2021 en en la Revista electrónica de Historia El Futuro del Pasado, que la incorporación de las mujeres al sistema educativo español fue un proceso lento y tardío. La socióloga, doctora en Filosofía y Letras e investigadora Marina Subirats en su libro “Coeducación: apuesta por la libertad” (2017) apunta que las primeras escuelas para niñas (solo para niñas, educación segregada) se crean hacia finales del s.XVIII. No obstante, según Blanco y Huerta en el artículo mencionado, es con la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857 (conocida como la Ley de Moyano, pues fue el ministro Claudio Moyano quien logra aprobarla), cuando la escolarización de las niñas en educación primaria se hace obligatoria. Estos mismos autores exponen cómo con esta normativa, tanto niños como niñas deben recibir la educación primaria de forma obligatoria, pero con notables diferencias. Los currículos para uno y otro sexo eran distintos, si bien se contemplaban enseñanzas comunes básicas como la lectura, la escritura, el cálculo o la doctrina cristiana, entre otras. Pero mientras que las niñas aprendían higiene doméstica, dibujo o labores (concretamente, en el documento legal de 1857 puede leerse en el Título I, artículo 5º como “labores propias del sexo”), los niños tenían acceso a aprendizajes relacionados con la agricultura, industria, física, historia...
Además, acudiendo a la fuente legal de forma directa, continuando en el Título 1 artículo 5º se explicita: “en las enseñanzas elemental y superior de las niñas se omitirán los estudios de Agricultura, Industria y Comercio, así como Geometría, dibujo lineal, Agrimensura (`arte de medir tierras´ según RAE), Física e Historia". Pero la discriminación desde el sistema educativo hacia la mujer no acababa ahí por aquel entonces, pues esa misma ley obligaba a crear Escuelas Normales de Maestros y recomendaba las de Maestras: “el Gobierno procurará que se establezcan escuelas normales de maestras” (Capítulo II, artículo 114, Ley de Instrucción Pública, 1857). Exigiéndose además, diferente nivel de preparación para unas y otras y estableciendo el sueldo de las maestras un tercio menor que el de los maestros: “las maestras tendrán de dotación respectivamente una tercera parte menos de lo señalado en los Maestros de Escuelas Públicas elementales” (artículo 194, Ley de Instrucción Pública, 1857).
La ley de Moyano estará en vigor durante más de un siglo y será con el Real Decreto de 26 de octubre de 1901, tal y como recogen Sánchez Blanco y Huerta, cuando se establece un programa común para la enseñanza primaria de niños y niñas.
Pero todavía se pueden apuntar más detalles sobre las desigualdades entre hombres y mujeres. La socióloga Subirats en su libro menciona algunas opiniones que estuvieron vigentes hasta incluso el s.XIX y que hoy nos parecerían no solo sexistas, sino surrealistas: el útero y los embarazos (función reproductora vista como fundamental) podían verse perjudicados por los conocimientos escolares, por lo que estaban desaconsejados...
Esta misma autora recoge también que fue la Institución Libre de Enseñanza (ILE, un proyecto pedagógico que surge en España e impulsa la renovación) la que abrió puertas para la educación española y legitimó en el último cuarto de ese siglo XIX el derecho de las mujeres a la educación, incluida la superior (Subirats, p.185, 2017). Durante la Segunda República (1931-1939) se abren numerosas escuelas y se impulsa el paso de la escuela segregada a la mixta, algo que según Subirats supone "el primer paso hacia la coeducación". Un proceso que no estuvo exento de reticencias entre los que se mostraban en desacuerdo. Además, la socióloga expone que aun hoy persisten algunos casos en algunos pueblos (escuelas o también aulas separadas). Aunque con diferencias respecto a las primeras escuelas de finales del s.XVIII en España (cuando todas eran segregadas), en las que lo que se enseñaba (el currículo) también era diferente.
Los avances en la educación impulsados por la II República se verán frenados por la Guerra Civil (1936-1939) y por las posteriores leyes educativas franquistas. Esto ocurrirá hasta 1970, cuando el franquismo entra en decadencia y se promulga la Ley General de Educación (LGE). Marina Subirats además, registra datos relevantes que reflejan el progreso educativo hacia la igualdad: cómo se da a partir de la LGE un aumento de mujeres que estudian en todos los niveles y más del 50% se matricula en la Universidad en los 80, frente al 15% registrado en los años 40. Con todo, expone, aun quedan reminiscencias de la cultura androcéntrica de los últimas décadas que pone en valor y en un nivel superior a todo lo considerado masculino. Estas reminiscencias se dejan ver en nuestra actual sociedad en diversos aspectos, como por ejemplo, según la autora, la visión reduccionista de la sexualidad manifiesta a través de la abundante pornografía y la prostitución, en la que se considera a la mujer como simple objeto de deseo (cosificación). En cuanto a los hombres, menciona la presión social relacionada con el reclamo de la virilidad permanente. Y más concretamente en la educación, según sus investigaciones, a través del lenguaje que empleamos, a veces sexista y cargado de prejuicios y estereotipos de género; a través de los textos educativos que aun contienen contribuciones de mujeres en ámbitos como la ciencia, el arte, etc en un grado mucho menor al masculino; etc. Según la autora, estos errores educativos y discriminaciones que todavía se dan, no se miden en resultados solo ni en datos, sino que se encuentran en los entresijos del propio proceso educativo en el que niños y niñas se desarrollan íntegramente: inteligencias, valores, hábitos, formas de relacionarse (Subirats, p.253, 2017). Reivindica así la necesidad de valorar por igual tanto lo considerado masculino como femenino, reformular aquellos roles construidos culturalmente y asignados a cada género y promover la coeducación como instrumento para que niños/as sean más libres y desplieguen todo su potencial.
Actualmente, por suerte, ya hemos alcanzado un paso muy importante que hace un siglo aun estaba en desarrollo: la no discriminación, la importancia de desarrollar valores que fomenten la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, así como la prevención de la violencia de género. Principios que se recogen en la actual ley de educación española, la LOMCE, Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre y en otros documentos legislativos que cada Comunidad Autónoma, en el término de sus competencias y autonomía, emite. Así, en la Circular de Inicio de Curso en Asturias para el presente curso 20-21, en los objetivos institucionales se prescribe:
"Promover la coeducación que garantice el camino hacia el desarrollo integral de nuestros alumnos y nuestras alumnas, acompañándoles en su camino hacia la edad adulta, ayudándoles a construirse como personas autónomas y libres para que puedan desarrollar toda su potencialidad, en el marco del compromiso de toda la comunidad educativa"
La Igualdad de género es, además, uno de los 17 objetivos de Desarrollo Sostenibles propuestos en la Agenda 2030 de la ONU, con los que 193 países se comprometieron el 25 de septiembre de 2015, entre ellos, España. La igualdad de género es algo que nos compete a todas y todos en cualquiera de los ámbitos en los que vivimos: ¿seguiremos cuidando la democracia y abonando cada vez más el terreno para acercarnos de verdad a la igualdad valorando y respetando nuestra preciada diversidad?
Hablaremos también de género, estereotipos y coeducación en una entrevista con Iván Gómez Beltrán, graduado en Historia por la Universidad de Oviedo, donde también
realizó el máster y doctorado en Género y Diversidad. Estará disponible próximamente en la pestaña de este blog "Entrevistas" el enlace al diario digital Éxito Educativo en el que se publicará. Desde aquí, gracias a Iván por concederme esta entrevista y a Víctor Núñez, de Éxito Educativo, por publicarla en el diario. Y a ustedes por acceder a alguna publicación :)
Un saludo y ¡feliz Semana Santa!
"Un hombre ser humano solo ha de mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse"
(Gabriel García Márquez)