Seguramente hayan visto o escuchado recientemente casos relacionados con el suicidio entre jóvenes, el acoso escolar... Ya en 2021 se pudieron leer titulares como "El suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte entre los más jóvenes en España" (por Anna Solanas, RTVE), en los que además se mencionaba su relación con la pandemia.
Números que nos hablan
Si nos remitimos a datos dados por el INE, el suicidio se contempla hace años como la primera causa externa de muerte en España. Así, tomando como referencia la nota de prensa referida a las causas de defunciones en 2013 (PDF), cuatro de cada diez personas fallecidas entre los 10-39 años se debieron a causas de muerte externas: accidentes, suicidio, homicidio... De la muestra analizada, 3.870 personas fallecieron por suicidio, situándose como la principal causa externa de muerte. Se toma como referencia el 2013 porque según se apunta desde el Instituto Nacional de Estadística, a partir de ese año: "Se ha tenido acceso a los datos del Instituto Anatómico Forense de Madrid introduciéndose una mejora metodológica en el proceso de la estadística. Esto ha permitido asignar de forma más precisa la causa de defunción en las muertes con intervención judicial, por lo que este hecho deber tenerse en cuenta a la hora de realizar comparaciones con años anteriores". En la estadística más reciente emitida por el INE sobre causas de defunciones (nota de prensa 19/12/22, PDF), desde enero a junio de 2022 hubo 8.829 fallecimientos por causas externas-un 11´8% más que en el mismo período de 2021-. De ellas, la primera causa sigue siendo el suicidio con 2.015 fallecimientos (lo que supuso un incremento del 5´1% respecto al período del año anterior, pero ha descendido en los últimos diez años, si tenemos en cuenta el informe de 2013).
"Según la OMS de 2000 a 2019 la tasa mundial de suicidio se redujo en un 36%, aunque en la región de América ascendió un 17% en ese período. No obstante, a pesar de este descenso, la prevención y el tratamiento del suicidio sigue siendo un objetivo de salud prioritario"
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Por su parte, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se reconoce que el suicidio es una prioridad para la salud pública, siendo en 2014 cuando se publicó por primera vez un informe sobre el tema titulado: "Prevención del suicidio: un imperativo global". En un artículo emitido por esta misma entidad sobre el suicidio el 17/06/21 referido a datos de 2019, se dice que cada año se suicidan cerca de 700.000 personas, habiendo muchas más tentativas de suicidio. Se apunta además que el 77% se da en países con ingresos bajos y medios. Dentro de este panorama, el suicidio en el mundo se situaba como la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años (datos 2019). En 2014, se situaba como la segunda causa de muerte a nivel mundial entre los 15 y 29 años en todo el mundo. Se situaría por detrás de los traumatismos, la tuberculosis y la violencia interpersonal. La media mundial se situó por entonces en 9 por cada 100. 000 habitantes. Por continentes, África, Europa y Asia Sudoriental estuvieron por encima de la media (con 11´2 por cada 100.000, 10´5 por cada 100.000 y 10´2 por cada 100.000 habitantes respectivamente). Sin embargo, dentro de cada continente, existen muchas diferencias entre unos países y otros. En España, según el INE (datos 2013) la tasa de suicidio fue de 8´3 por cada 100.000 habitantes. La región del Mediterráneo oriental fue la que menor tasa de suicidio registró según la OMS en 2019, situándose en 6´4 por cada 100.000.
"Según Naciones Unidas, la población mundial alcanzó a mediados de noviembre de 2022 los 8.000 millones, tres veces más que la población que había a mediados del s.XX. Considerando el dato aportado por l a OMS en 2019 relativo a 700.000 muertes mundiales al año, en términos de porcentaje correspondería a un 0,00875% de la población mundial. No obstante, las diferencias entre los diferentes lugares son muy considerables y hay que tener en cuenta diversas variables".
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Además de las diferencias entre los lugares, existen muchos matices en relación con otros factores: nivel socioeconómico, edad, sexo... Así, por ejemplo, el informe de la OMS exponía que en general se suicidan más hombres que mujeres, registrándose mayor tasa de suicidios en el caso de los hombres en países con ingresos altos y en el de las mujeres, en países con ingresos medios-bajos. En España, el INE en 2013, de las 3.870 personas registradas, 2.911 correspondieron a hombres y 959 a mujeres. Y en el período estudiado por el INE en 2022, el suicidio fue la primera causa de muerte externa en hombres (1.481 fallecidos) seguida del ahogamiento, sumersión y sofocación, pero para las mujeres las primeras causas fueron el ahogamiento, sumersión y sofocación (913) y las caídas accidentales (775 fallecimientos).
"En general se suicidan muchos más hombres que mujeres. En el primer período de 2022 fue la primera causa de muerte externa en hombres, pero no en mujeres, según el INE"
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Si comparamos a España con otros países, el diario Expansión aborda un análisis exhaustivo de los suicidios (datos en 2021 por países). Si nos fijamos en la tabla relacionada con el número de suicidios por cada 100.000 habitantes, Sri Lanka (34´90), Kazajistán (27´47), Guyana (28´99), Mongolia (27´35), Surinam y Corea del Sur (25´50 en los dos casos), Bielorrusia (22´76), Ucrania (21´19), Lituania (20´28) despuntan. España se registra con una tasa del 8´30 suicidios por cada 100.000 habitantes, por debajo de países como Bélgica (15´27), Estados Unidos (13´90), Francia (13´31), Finlandia (13´12) o Alemania (11´10), entre muchos otros. Pero muy por encima de países como Indonesia (2´88), Egipto (2´66), Guatemala (2´47), Perú (1´6), Sudáfrica (0´50) y otras islas del Caribe en las que apenas hay suicidios como Granada (0´47), Barbados (0´42) o Antigua y Barbuda (el único que no registró suicidios según la tabla).
En todo este entramado, cabría traer a colación causas, factores de riesgo, prevención... No es motivo de este artículo profundizar en esta ocasión en los mismos, pero sí introducir unas pinceladas de hábitos, pensamientos, valores, etc que impregnan nuestra sociedad y que pueden ayudar (o desayudar) a que los más jóvenes se sientan apoyados, escuchados, comprendidos, en un ambiente seguro y un entorno que les oriente. Ahí es donde la educación toma un papel fundamental. Pero, no nos olvidemos, la educación es cosa de todos, en cualquier momento y en cualquier lugar, empezando por el núcleo familiar.
Empantallados y poco orientados en materia sexual
El epidemiólogo malagueño Miguel Ángel Martínez González en el libro que acaba de publicar recientemente en enero de 2023 titulado Salmones, hormonas y pantallas, habla, entre otros muchos temas, de que estar todo el día pegados a las pantallas incrementa significativamente las dificultades cognitivas de los jóvenes, según diversos estudios epidemiológicos (p.147, 2023). El móvil y la conexión a Internet se recibe en muchos casos mucho antes de que los niños/as estén preparados para utilizarlos de forma autónoma y responsable a una edad demasiado temprana, tema que tratamos en este mismo blog en el reportaje "Hacia un uso saludable de las TIC". A todo ello se suma el uso compulsivo de Internet y redes sociales. Además, en el libro mencionado al comienzo, se tratan otros temas de enorme calado como el de la sexualidad, exponiendo que hoy en día son las propias pantallas las que parecen haber tomado la delantera en materia de educación sexual.
El uso del preservativo y de la píldora (y aquí cabe mencionar un artículo reciente e interesante del blog Lletres Perdíes titulado "Nos toca") aunque importantes, no son la panacea ni el único ingrediente de la materia que nos concierne. La educación sexual también incluye hablar del respeto, del cariño, del valor de la persona en todas sus dimensiones y de concienciar acerca de las consecuencias indeseadas y/o dañinas que pueden tener la cosificación de las personas y el sexo por el sexo con múltiples parejas, algo que entre otras cosas, aumenta el riesgo de padecer enfermedades de transmisión sexual (ETS), como apunta el doctor Martínez-González en su libro.
Al mismo tiempo, este conocimiento y educación ha de darse en un marco que potencie la libertad, no la imposición por la imposición (autoritarismo no, autoridad sí) y la responsabilidad, lo cual supone asumir las consecuencias de las decisiones libres. Entendiendo por libertad de elección no hacer siempre lo que se quiera al margen de lo que eso suponga (y por tanto, no saber gestionar deseos, emociones, no tener autocontrol...), sino poder actuar conforme aquello que es mejor para uno, aunque no siempre guste o sea el camino fácil.
También el psiquiatra Enrique Rojas en su libro Todo lo que tienes que saber sobre la vida (2023) habla de sexualidad, recogiendo que muchos jóvenes reciben la educación sexual de la pornografía: "Me atrevería a decir que hoy en día la educación sexual de los niños con edades comprendidas entre los diez y doce años está en manos de la pornografía" (Rojas, p.88, 2023). Además, el psiquiatra da un dato espeluznante: "Dicen los que saben que el cincuenta por ciento del contenido de Internet es pornografía" (Rojas, p.96, 2023). Un negocio que como cuenta el propio doctor desde que en 1973 se aprobara legalmente, ha crecido de forma exponencial y está detrás de muchas adicciones que comienzan muchas veces en la juventud (la salud se ve dañada a costa de un negocio que recauda muchos millones). Se menciona también en el libro de Rojas otros aspectos de esta cuestión como la pornografía infantil, la trata y abuso de mujeres...
Además, tanto el doctor Martínez-González como Rojas apuntan la relación entre esta falta de educación sexual (el consumo de pornografía) y su relación con los abusos sexuales.
Utilizar de forma responsable las pantallas y potenciar la socialización, la actividad física y el deporte, el juego cara a cara, desarrollar el pensamiento crítico ante mensajes lanzados en las redes, ante retos que no son retos sino riesgos. Hablar de las emociones y sentimientos, comunicar si se es víctima de acoso o abuso. Aportar un conocimiento completo del afecto y la sexualidad en pos de un desarrollo integral de la persona (objeto último de la educación), Potenciar la comunicación, aprender a resolver adecuadamente los conflictos. Predicar con el ejemplo, no cargar a los niños/as con "mochilas" que no les corresponden... Evitar la excesiva permisividad o su otro extremo, la sobreprotección y dejar espacio a la posible frustración. Dedicar tiempo de verdad a los niños/as y poner límites. Todo esto y muchas otras cuestiones que se podrían considerar a nivel educativo no son recetas mágicas para los suicidios, pero son un conjunto de hábitos, valores y conductas que de manera holística educan y pueden ayudar a que los más jóvenes reciban orientación, vivan una vida digna, plena. Pero sobre todo, se sientan apoyados y acompañados en la búsqueda del sentido de su vida, especialmente en los momentos más difíciles de la misma.
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