En 2023 la palabra del año elegida por la Fundéu (Fundación del Español Urgente), promovida por la Real Academia de la Lengua Española (RAE) y la Agencia EFE, fue polarización: "debido a su gran presencia en los medios de comunicación y la evolución de significado que ha experimentado", así se exponía en la propia página de la Fundación.
Últimamente se habla mucho de guerra en los medios de comunicación, si será o no palabra del año se verá al finalizar el mismo. Sería preferible que la más sonada fuera la paz, esa que muchos ansiamos y poco se escucha.
Se ha hablado a lo largo de los años de muchos vocablos diferentes sobre la guerra, muchas veces entrelazados e interrelacionados y ligados a la doctrina militar. Así, se ha hablado de guerra de la información (que se vale de la desinformación, la propaganda...); la guerra asimétrica, donde una de las partes enfrentadas está desde un principio en desigualdad de condiciones y se emplean estrategias no convencionales como infiltraciones/espionaje, terrorismo... Pero aún hay más calificativos, por ejemplo, la guerra híbrida para referirse a aquella en la que se utilizan todo tipo de estrategias, incluida la guerra informática o digital. Incluso se ha tildado a la guerra con el adjetivo "jurídica" o lawfare, término que, según expone Pignatelli García (2022) en la Revista General de Derecho Penal, es controvertido y difícil de precisar.
Y hay más: la guerra cognitiva que, actualmente, también se vale de Internet (gestión de macrodatos, alcance de RRSS...) para poder operar con éxito. Para Checa Rubio (2023, p.22), el objetivo de este tipo de guerra es actuar sobre la producción del pensamiento. De esta forma, se busca distorsionar, mermar, alterar, el proceso de pensar sin que la persona sea consciente de que se está llevando a cabo esta manipulación, para actuar conforme a los objetivos de otros...
De hecho, este juego con el conocimiento y con el pensamiento se relaciona a su vez con la opinión pública. La periodista alemana Elisabeth Noelle-Neuman (1916-2010) en su libro La Espiral del Silencio (2011), a partir de múltiples definiciones de opinión pública recopiladas por otro autor, concluye dos vertientes de la misma:
La opinión pública como racionalidad que contribuye al proceso de formación de la opinión y la toma de decisiones en una democracia por un lado y la opinión pública como control social, por otro. El papel de esta última consiste en garantizar que haya un nivel suficiente de consenso en el que puedan basarse las acciones y las decisiones (Neuman, 2011, p.280)
Por todo ello, en este contexto de manipulación consciente o inconsciente, explícita o implícita, es necesario cuestionarse si estamos siendo precisamente objeto de estrategia de control social y de qué manera...
En este sentido, resulta interesante y también necesaria la información que ayude a tomar conciencia del escenario en el que estamos inmersos. Así, episodios como el de "¿Guerra? ¡No gracias!", de El Canal del Coronel, contextualizan y cuestionan asuntos importantes. También libros como el del historiador Nicolás Sesma titulado Ni una, ni grande, ni libre: la dictadura franquista arrojan luz. En él se hace un recorrido por la misma, donde se puede leer claramente el horror y cómo la amnistía de final del franquismo durante el que se encarceló y mató a tanta gente inocente tiene muy poco que ver con la actual.
En Asturias además, recientemente, el investigador José Ramón Fernández ha presentado su libro Viva la libertad. Golpe de estado y represión. Una investigación que ha durado tres años en la que se hace un análisis riguroso sobre las personas que fueron fusiladas en Oviedo durante la dictadura. Porque como él mismo ha declarado para RTVE: "Cuando estamos en un momento político de emergencia, del neofascismo que se alimenta de la ignorancia de la manipulación de las personas y de la historia, es fundamental que la sociedad conozca la realidad de su historia para que reflexionen y saquen sus propias conclusiones".
Conviene recordar también que, en el Preámbulo de nuestra Constitución española (1978), se dice claramente que el Estado de Derecho ha de asegurar el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.
Pues entonces, ¿qué guerra?