Reportaje
Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, entre 1998 y 2004, Europa sufrió más de cien inundaciones graves. En España, las inundaciones constituyen el riesgo natural que mayores daños personales y materiales ha causado a lo largo de los años. Profundizamos en este riesgo natural, haciendo también una revisión del término DANA y recogiendo algunas medidas vigentes que, como ha ocurrido en la reciente inundación del 29 de octubre en la Comunidad Valenciana, precisan actuaciones rápidas y eficaces desde los distintos organismos implicados.
Las inundaciones, un desastre natural con historia en España
Las catástrofes naturales han existido siempre y las inundaciones no han sido una excepción. En 1957 en Valencia, la riada del Turia ocasionó 81 fallecimientos y numerosos daños materiales (fuente: "Hasta aquí llegó la riada", ABC, 13/08/07). Pero siglos antes, también hay documentación histórica de otras inundaciones en esta zona. Es el caso de la riada que ocurrió en septiembre de 1731, también del río Trubia. Faus Prieto (2015) analiza algunos registros de la literatura de sucesos que dejaron constancia de dicha catástrofe. Concretamente, recoge cuatro romances (tres de ellos sin firma y uno nominativo) y dos manuscritos. Se sabe que dos de los tres romances anónimos fueron escritos justo la semana posterior a la riada citada. Es importante considerar que si bien se trata de literatura y no de documentos con pura intención informativa, sí que han arrojado luz sobre lo ocurrido. Al mismo tiempo, este artículo refiere a otras dos grandes riadas del Turia (1358 y 1589) que trajeron consigo la creación de instituciones encargadas de poner en marcha obras de encauzamiento.
Volviendo a la riada de 1731, el autor no solo considera importantes dichos documentos para extraer datos del suceso, sino que también pone el foco en la importancia de considerar estos registros como reflejo del contexto político y social del momento, señala: "La religiosidad popular latente o explícita, el control ideológico sobreimpuesto o la manipulación interesada de los hechos, son aspectos que no pueden soslayarse". Basta leer el análisis en el propio artículo "La riada del Trubia de 1731. Una aproximación a la literatura de la catástrofe" (pdf), para comprobar que mientras unos escritos realizan halagos a las autoridades políticas y veneran el papel de la iglesia, otros destacan la labor en tareas de desalojo de las personas anónimas. Eso sí, parece que en todos ellos (a excepción de un manuscrito con carácter un poco más "científico") la causa de la riada se atribuye claramente a "un castigo divino". También, el desastre constituye una oportunidad para la iglesia que actúa como institución redentora para "revisar las conciencias y recuperar la fe perdida". Además, en los romances, se observan claramente los tintes literarios en, por ejemplo, el antropomorfismo del río Turia, calificado en este estudio de "codicioso, insaciable"... que hace "alarde de sus conquistas"...
Pero más allá de los intereses políticos subyacentes, la intención de influenciar en la opinión pública y la alusión a la indignación de Dios como causante de la catástrofe, también se recogen apuntes más objetivos y realistas, como la incapacidad del cauce artificial del río para vehicular todo el agua que arrastraba a su paso (Faus Prieto, p.131).
Por otro lado, el riesgo de inundaciones se extiende por varias zonas en nuestro país. En el artículo "El riesgo de inundaciones y la vulnerabilidad en áreas urbanas. Análisis de casos en España" (2008) de Arranz Lozano, se recogen los fallecimientos en España debidos a riesgos naturales desde 1990 a 2005. Se puede ver así que en este período el mayor número de fallecimientos fue debido a inundaciones (un total de 271 personas fallecidas en el período estudiado) y se recogen también las pertenecientes a deslizamientos del terreno (a causa principalmente de fuertes lluvias, habiendo fallecido un total de 42 personas). Otro de los grandes riesgos naturales en España en el período analizado han sido los vientos fuertes (146 óbitos o fallecimientos), los incendios forestales (132 muertes), las tormentas y las olas de calor (87 y 88 personas fallecidas respectivamente). Además, la autora del artículo, Arranz Lozano, analiza de forma exhaustiva cuatro casos significativos de inundaciones en España:
- La inundación de Cerro de los Reyes en Badajoz, el 7 de noviembre de 1997, que causó veinticuatro fallecimientos, además de una persona desaparecida, perdiendo sus casas más de mil familias (fuente datos: RTVE, 6/11/22). Un desastre que según recoge Lozano, nadie pudo prevenir y todo ocurrió en segundos, cuando el agua superó los tres metros de altura y se llevó viviendas, automóviles y animales (Lozano, 2008).
- La inundación en Santa Cruz de Tenerife el 31 de marzo de 2002 que causó ocho fallecidos, numerosos heridos y dejó doce personas desaparecidas, además de cientos de viviendas destrozadas (fuente datos: eldiario.es, 31/03/22). En este caso, la autora refleja que el Instituto Nacional de Meteorología (INM) había previsto para ese día chubascos moderados, algo que se superó con creces.
- La inundación del Rincón de la Victoria en Málaga, el 28 de marzo de 2004, cuando a pesar del desbordamiento de varios arroyos que atraviesan el casco urbano y los cuantiosos daños materiales, afortunadamente no hubo fallecimientos.
- La inundación del camping de Las Nieves de Biescas, Huesca, el 7 de agosto de 1996, que dejó 87 fallecidos y más de 180 heridos (fuente datos: RTVE, 6/08/21). En este caso, el camping resultó ser una instalación turística de gran riesgo que tuvo sanciones para el Ministerio de Medio Ambiente y la Diputación General de Aragón.
De todo el análisis realizado, la autora concluye que hay factores de vulnerabilidad que es preciso considerar. Entre ellos, las construcciones que se siguen produciendo en las periferias de áreas urbanas obstruyendo en muchos casos las salidas naturales del agua. Construcciones además realizadas muchas veces sin planificación urbanística y de forma espontánea. También otras que se realizan próximas a cauces de ríos y ramblas aparentemente secos y que suponen un obstáculo en caso de lluvias torrenciales. A ello se suma un exceso de confianza e infravaloración del peligro, tanto por parte de las instituciones públicas como por parte de la población (Arranz Lozano, 2008). Por otro lado, también analiza las pérdidas económicas y las subvenciones aportadas en concepto de inundación según los casos incluidos en su investigación.
Se podrían seguir enumerando inundaciones y catástrofes recogidas en los últimos tiempos en España. Así, el meteorólogo Agustí Jansà en el reportaje ¿Qué es la gota fría? (2009) recoge episodios de este tipo expuestos a su vez en un informe del Instituto Nacional de Meteorología. Entre ellos, se señalan lluvias torrenciales con también pérdidas personales en octubre de 1948, 1957 (ya apuntado), 1966, 1973 y 1977. También en 1982, cuando del 19 al 21 de octubre se desató un fuerte temporal de lluvia sobre el Levante español que acabó con la vida de treinta y ocho personas y numerosos daños materiales. Además del desbordamiento de ríos, la presa de Tous quebró aumentando así las consecuencias negativas del desastre.
En otros documentos incluso, se establece una cronología de riadas, es el caso de las ocurridas en la cuenca del Segura que se recogen desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, habiendo datos ya desde 1259, como podrá apreciar quien consulte dicho registro. El 30 de marzo de 1802, se produjo una gran inundación que implicó la rotura de una de las presas causando la muerte de 608 personas y arrasando con 809 edificios, "y supuso pérdidas de 30 millones de reales". En este caso, el desastre se registra aquí en la cuenca de uno de los afluentes del río Segura, el Guadalentín, conllevando consecuencias nefastas especialmente en Lorca, en la región de Murcia.
DANA y gota fría no son lo mismo
El término gota fría y DANA (siglas de Depresión Aislada en Niveles Altos, cut-off low o COL en inglés) se han venido empleando tradicionalmente como sinónimos de forma errónea. Así lo han señalado diferentes profesionales en los últimos años y se ha recogido en artículos y libros como el de Física del Caos en la predicción meteorológica (pdf) editado por el Ministerio para la Transición Ecológica en 2018 y disponible para su consulta de forma digital (estos conceptos se abordan en la pág.643). También Martín León en el artículo científico "Las gotas frías/Danas. Ideas y conceptos básicos" (Instituto Nacional de Meteorología, doc. pdf) refiere esta confusión tan común en los medios de comunicación y en la ciudadanía en general. El origen de este vocablo se remonta a 1886 proveniente de la escuela alemana e influyendo considerablemente en el Servicio Meteorológico Nacional español. No es hasta mediados de los ochenta del siglo pasado cuando el Instituto Nacional de Meteorología (INM) comienza a utilizar el término DANA como más apropiado.
De hecho, de forma simplista, se viene hablando de gota fría cuando presenciamos lluvias torrenciales, pero se explica que muchas situaciones de gota fría no llevan consigo asociados episodios de lluvias intensas. Y al revés, muchos episodios de lluvias y vientos fuertes no necesariamente están asociados a la gota fría. Sin ir más lejos, la meteoróloga Ángeles Hernández estudió la distribución de las gotas frías en el entorno de la península ibérica en un período de nueve años y constató que se formaban un promedio de dos gotas frías al mes, lo cual pone en evidencia que no existe una asociación directa entre gota fría y desastre meteorológico. Incluso se diferencia entre gota fría simétrica y asimétrica desde el punto de vista más técnico con sus diferencias entre un tipo y otro, pudiendo llegar a complicarse más en el caso de considerarse asimétrica, cuando los vientos son más fuertes en un lado que en otro de la considerada como gota fría.
Aunque para un conocimiento mucho más técnico y riguroso de lo que es una DANA se aconseja acudir a las fuentes citadas directamente y explicadas por profesionales en la materia, dentro de la circulación atmosférica (donde las masas de aire se mueven continuamente vertical y horizontalmente por la diferencia de presión), hay veces que se forman corrientes de aire cerradas que adquieren independencia de la fuente de circulación original y se desplazan por la atmósfera, pasando por diversas fases como ocurre con la DANA. Además, explica Martín León que las DANAs más intensas suelen provenir de aislamientos de aire en niveles altos (niveles que van desde la superficie hasta aprox. 10-15 Km altitud, menor en los polos y mayor en el ecuador) asociados al chorro polar (aunque a veces se forma inestabilidad atmosférica a partir de otro cinturón de viento, el del chorro subtropical). Factores como las temperaturas cálidas y húmedas de la zona costera del Mediterráneo (entre otros muchos) al interaccionar con esas masas de aire frío que circulan de forma independiente, forman el "cóctel" perfecto para desencadenar fenómenos meteorológicos intensos.
Por otro lado, algunos autores que en otro artículo científico han investigado DANAs a nivel internacional en un período de 51 años (1908-1958), concluyen que estas son mucho más frecuentes en verano que en invierno para todo el hemisferio norte desde comienzos del s.XIX.
Medidas y soluciones
Aunque actualmente, la predicción probabilística de la AEMET juega un papel muy importante para determinar posibles escenarios ante una DANA y dar avisos, el principio de incertidumbre existe. La conciencia sobre ella es importante, pues el exceso de confianza ha supuesto en sí mismo, como han apuntado algunos investigadores, un factor de riesgo.
Ante esto, es necesario normativa que regule estos aspectos, pero también organismos que velen por su cumplimiento. A nivel europeo, en 2007 se publicó una Directiva sobre evaluación y gestión de las inundaciones con el objetivo de "establecer un marco para la evaluación y gestión de los riesgos de inundación, destinado a reducir las consecuencias negativas para la salud humana, el medio ambiente, el patrimonio cultural y la actividad económica, asociadas a las inundaciones en la Comunidad". Así, se prescribía que se harían por los Estados miembros, mapas de riesgo y peligrosidad por inundaciones (que habían de terminarse como mucho en 2013). En 2010, se publicó en el BOE el Real Decreto 903/2010, de 9 de julio, de evaluación y gestión de riesgos de inundación que obliga a revisar y actualizar los planes pertinentes cada seis años, como por ejemplo, el Plan de Gestión del Riesgo de Inundación de la Demarcación Hidrográfica del Segura, cuyo último informe 2022-2027 está disponible para su consulta pública. En este R.D. de 2010 se recoge que las inundaciones en España constituyen el riesgo natural que a lo largo del tiempo ha producido los mayores daños tanto materiales como en pérdida de vidas humanas, en línea con el estudio de Arranz Lozano. No obstante, para el período comprendido entre 2000-2023, el mayor número de fallecimientos registrado ha sido a causa de las altas temperaturas, seguido de inundaciones, tal y como se puede ver en el siguiente gráfico.
Gráfico de elaboración propia a partir del Anuario Estadístico del Ministerio del Interior 2023 |
Volviendo a la normativa de 2010, se recoge:
"La lucha contra los efectos de las inundaciones ha sido desde hace muchos años una constante en la política de aguas y de protección civil y así el enfoque tradicional consistente en plantear y ejecutar soluciones estructurales, como la construcción de presas, encauzamientos y diques de protección, se han revelado en determinados casos insuficientes, por lo que ha sido complementado en las últimas décadas con actuaciones no estructurales, tales como planes de protección civil, implantación de sistemas de alerta, corrección hidrológico-forestal de las cuencas y medidas de ordenación del territorio, para atenuar las posibles consecuencias de las inundaciones. Este último tipo de actuaciones son menos costosas económicamente y a la vez menos agresivas medioambientalmente" (Texto extraído de https://www.boe.es/eli/es/rd/2010/07/09/903)
De igual manera, en las comunidades autónomas, en el margen de sus competencias, se han publicado normativas que tienen que ver con estos riesgos. Entre ellos, ocho años antes de este R.D., se publicó el Decreto 189/2002 de 2 de julio por el que se aprueba el Plan de Prevención de avenidas e inundaciones en cauces urbanos andaluces con el objetivo de "prevenir y minimizar los riesgos por inundaciones en estas zonas" y más tarde, el Decreto 201/2015, de 29 de octubre por el que se aprueba el Plan de Acción Territorial sobre prevención de riesgos de inundaciones en la Comunidad Valenciana. En el caso de la normativa de Andalucía, se deja constancia que las inundaciones suponen un fenómeno complejo a nivel hidrometeorológico, territorial, económico y ambiental, por lo que se requiere abarcar diversos tipos de medidas. Entre ellas, conocer bien las zonas de riesgo, planificar adecuadamente la urbanización y construcción de estas zonas para minimizar los riesgos y corregirlos en la medida de lo posible, llevar a cabo programas de restauración forestal para proteger el suelo y suavizar la torrencialidad de las avenidas, llevar a cabo una adecuada limpieza y conservación de los cauces urbanos, así como aplicar mecanismos de formación profesional y colaboración administrativa, entre otras.
Por otro lado, la conciencia y educación a la ciudadanía en materia de protocolos y emergencias, también son importantes. Asimismo, elaborar políticas a largo plazo, así como concretar y hacer efectivas prácticas que disminuyan la contaminación, las emisiones de dióxido de carbono, etc y ralenticen el calentamiento global. De muchos de estos aspectos habla el periodista Álex Fidalgo y profesionales invitados en su episodio "Especial DANA en Valencia: ¿Cómo hemos llegado a esto?" (7/11/24). Por su parte, la ingeniera agrónoma por la Universidad Politécnica de Valencia, Begoña Peris Martínez, a raíz de la reciente DANA que impactó de forma drástica en la Comunidad Valenciana el pasado 29 de octubre, escribe en la revista digital de medio ambiente Ojeando la agenda (5/11/24), destacando la importante cualificación que han de tener los directivos de emergencia y haciendo un llamamiento a la mejora de la gestión. Cargos basados en méritos y una buena preparación ayudará, apunta, a anticipar y planificar respuestas, definiendo zonas de evacuación; a movilizar rápidamente recursos de diversos organismos (bomberos, servicios médicos, protección civil...) y fortalecer así la coordinación interinstitucional, actuando con rapidez, diligencia y transparencia. Por último, pero no menos importante, desde el Ministerio de Sanidad se han propuesto medidas que velen por la salud pública tras el incidente en su página web que actualmente es necesario tener en cuenta en las zonas afectadas. Ante el riesgo de ingesta de agua y alimentos infectados, así como la inhalación de diferentes patógenos, se recomienda utilizar ropa que proteja bien el cuerpo, extremar las medidas de higiene, desconectar la electricidad y el gas, ventilar todo lo posible, etc. Tampoco se puede olvidar que la solidaridad y ayuda humanitaria en estos casos también ha sido y es crucial.
Porque teniendo en cuenta que la inundación es el desastre natural que mayores fallecimientos causa en España, no se puede escatimar ni en inversión ni en soluciones, antes, durante y después.
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Reflexión personal: las DANAS me recuerdan a esas células de nuestro cuerpo que se olvidan de dónde vienen, esas que Otín describe en unos de sus libros como "Inmortales, egoístas y viajeras", alcanzan independencia del todo que las generó para viajar a cualquier lugar causando desequilibrios y llevándose vidas... 🙏
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