13/01/2025

Una oposición sin casuística no es oposición

      En su cuarta acepción, la RAE define oposición como: 

"Conjunto de pruebas selectivas en que los aspirantes a un puesto de trabajo, generalmente en la Administración pública, muestran su competencia, que es juzgada por un tribunal".

     Este pasado domingo, la periodista asturiana Cristina Mitre, en su pódcast, conversaba con la psicóloga Patri Ramírez, quien ha publicado recientemente el libro Cómo tener tiempo para todo (Grijalbo, 2024). El episodio, disponible en varias plataformas y titulado "Consigue más con menos estrés" (enlace a Ivoox), va encaminado a reflexionar cómo empleamos nuestro tiempo, en qué lo perdemos, qué priorizamos (o qué no) y qué cosas a lo mejor hay que "soltar" o dejar de hacer para poder vivir con más calma. En un momento dado de la entrevista, la entrevistada comenta una anécdota de su ámbito más personal en el que sale a la luz la palabra oposición. La traemos, hoy aquí a colación, para desarrollar este artículo. Y como bien sabe el lector/a, un artículo no es un género puramente objetivo como lo puede ser una noticia, sino que existe detrás interpretación y puede que también opinión, aunque en el caso que aquí nos concierne, se abordará el tema sin llegar a caer en un estilo puramente editorializante (vamos, que se intentará huir de la opinión pura, aunque tenga tintes interpretativos).

    Siguiendo con la RAE, se puede leer cómo define el término casuística en su quinta acepción aludiendo a:


"Consideración de los diversos casos particulares que se pueden prever en determinada materia".

    Pues bien, si juntamos todos los ingredientes: prueba selectiva, puesto de trabajo, Administración pública y tribunal, ya se pueden prever unos cuantos casos particulares. Eso sí, como siempre, habrá tantos como personas preparen una oposición.


¿Qué he de saber antes de preparar una oposición?

     Cuando una persona se enfrenta a una prueba de este tipo, será importante acudir a leer la convocatoria detenidamente, las bases en las que aparecerán las especificaciones de las pruebas, también las fechas de solicitudes, qué documentos hay que tramitar o cómo se llevará a cabo el proceso de baremación. Cualquiera que se haya presentado, sabe bien a qué nos referimos.
       Aquí ya asoman casos particulares muy dispares: quien tiene más o menos experiencia laboral o ninguna, pruebas que puede que beneficien más a los primeros o estén más o menos equilibradas entre aquellos que tienen formación y experiencia y los que solamente cuentan con lo primero...

       No obstante, hasta aquí estar informados/as de las normativas va a marcar bastante la jugada, aunque está claro que siempre ayuda hablar con personas que ya han pasado por el proceso o que pueden aportar algo de su experiencia e incluso algún material en el que inspirarse para dicha prueba selectiva.

       También está la palabra tribunal. Esta, aunque no depende de lo informados que nos encontremos, sí que hay que tenerla en cuenta. Aunque se rijan por principios y criterios idénticos, ¿acaso no existen múltiples diferencias entre los tribunales que pueden conformar una misma prueba? El nivel de atención, la simpatía y cercanía o no del tribunal, el tipo de preguntas (si se contempla) que hacen, su experiencia y formación, etc.

      Recapitulando: cada persona tiene las mismas bases de la convocatoria, pero ni parte del mismo nivel de experiencia, ni de formación y puntuación, ni su tribunal tiene por qué ser el mismo.


Imagen de gybaDXC. 
Licencia CCO-BY-NC-SA.
Recuperada de:
https://www.deviantart.com/gybadxc/art/Tengo-Que-Estudiar-686483752



¿Qué saber durante la preparación de una oposición?

    Algo fundamental: es una carrera de fondo, no de velocidad. Requiere el desarrollo de hábitos de estudio, esfuerzo y muchas veces sacrificio durante un tiempo prolongado para luego jugarte todo en un examen final (repartido en varias pruebas y días según los casos). Casi como esos profesionales de los Juegos Olímpicos que se preparan a conciencia durante años para una prueba que puede durar minutos o incluso segundos. Y al igual que esos profesionales del deporte, en cualquier oposición, es obvio que ayudará el hecho de seguir unos hábitos saludables de alimentación, sueño y deporte (más si la oposición exige también pruebas físicas), además de descanso (programar descansos a lo largo de las horas de estudio se hace casi irremediable).

    Sin embargo, todo esto no siempre es posible porque, una vez más, la casuística está presente. ¿Qué tiene que ver una persona que recién acaba la carrera y tiene hábito de estudio a otra que hace años dejó de estudiar y memorizar? ¿O una persona soltera, sin hijos/as ni personas dependientes con otra que tiene hijos/as a su cargo, trabaja fuera y dentro de casa y además tiene que sacar tiempo para estudiar? ¿U otra cuya salud desafortunadamente está viéndose afectada durante el tiempo de preparación o la de sus familiares o incluso está pasando un duelo? Y podríamos seguir haciendo preguntas. Es muy fácil decir lo que vendría bien a la hora de preparar una oposición, pero difícil en según qué casos poder llevarlo a cabo. Al menos, durante todo el tiempo de preparación.

    En cuanto a decisiones importantes que se habrán de tomar, está el hecho de dónde hacerse con el temario o si ir a una academia o preparador/a y a quién, etc. Preparar una oposición conlleva muchas veces un desembolso económico importante y a quién pagamos no es un asunto baladí, el objetivo es acudir lo mejor preparados/as posible. Eso sí, aunque el esfuerzo es muy importante, las circunstancias que rodearán a la prueba también lo son: lo que mencionábamos de la puntuación o baremo con la que se parte, el número de plazas, el tribunal que toque, la gestión de la presión y la ansiedad que puedan surgir...

   También hay otra segunda cosa fundamental a tener en cuenta en este proceso: se llegan a experimentar multitud de emociones; días en los que parece que la materia de estudio se queda fácilmente y otros en los que la mente está demasiado "espesa" y es mejor dejarlo que forzar la máquina; días en los que la motivación está en lo más alto y otros en los que no vale esperar a que salga la motivación porque no llega... Y sí, también días en los que apetecerá dejarlo todo, en una palabra: abandonar.

   Y aquí llega un punto de inflexión al que se puede llegar. Es muy lícito (y comprensible).

¿Qué es mejor seguir o abandonar?

    Pues una vez más la casuística y los casos personales tienen la respuesta. Hay personas que a pesar de esta sensación de querer dejarlo todo, se plantean que es de verdad lo que quieren, sacar y preparar una oposición y continúan a través de los años y los intentos. Otras prefieren abandonar, deciden que tal vez no les merece la pena o que no es el momento o incluso que prefieren dedicar su tiempo y esfuerzo a otra cosa.

   Porque efectivamente, el tiempo, como diría Patri Psicóloga en su último libro, es el mismo para todos, veinticuatro horas, ni más, ni menos. Pero las circunstancias y las personas son muy diferentes, aunque la definición de oposición y sus bases también sean, al igual que el tiempo, las mismas para todos/as.

    Antes de presentarse a cualquier oposición ha habido multitud de decisiones que tomar en el día a día, a veces conscientemente, otras más inconscientemente, a veces por decisión propia y otras veces porque las circunstancias obligan a elegir.

    Dejar de intentarlo o abandonar una oposición es una opción más de las posibles.

    Lo importante es estar en paz con la decisión que se tome y ser consecuente con ella.

    Porque no, una oposición sin casuística, no es una oposición.